Cohn y Duprat, de la ideología al lenguaje cinematográfico.

Cohn y Duprat, de la ideología al lenguaje cinematográfico. 

Cohn y Duprat son directores porteños. De una simbiosis pocas veces vistas a la hora de compartir proyectos, tal es así que no queda del todo claro en su filmografía quien dirige, quien escribe o quién crea. Obviamente esto no es necesariamente un problema, tenemos como caso contemporáneo a los hermanos Cohen, salvando las distancias. 

Esta simbiosis es más bien una cuestión anecdótica, no tiene una injerencia tal en su filmografía. Tampoco un uso particular ya que han hecho series, peliculas, documentales, shows televisivos y no me extrañaría encontrar un vídeo de quince. 

Cómo dije, son directores porteños. Este estigma lo llevan casi a modo bandera. Solo basta con ver alguna de sus películas para confirmarlo o escucharlos hablar en alguna de sus tantas notas para confirmarlo. 

Son dos directores que, a diferencia de muchos otros, no son conservadores al hablar de su proceso artístico, lo veo como un punto destacable y me parece correcto mencionarlo. Aunque a veces explican de más, quizás por el temor a que sus películas no lleguen a comprenderse. 

Quizás la exposición también les sea un tanto contraproducente, es más fácil la crítica a aquellos a los que se les ve la cara en medios que al director que aparece solo cuando va a estrenar algo. Ni uno ni otro son fenotipos de autores mejores o peores, solo son. 

Las críticas a Cohn y Duprat suelen ser hacía sus posicionamientos políticos respecto al cine y al financiamiento público, al igual que para hablar de sus peliculas, ambos son claros en su posición política-ideológica. Claro está, esto no es gratis. 

Pero... ¿Es pertinente la crítica ideológica en la obra de un artista? A mí parecer no, en absoluto. Obviamente cada uno puede ponerle el énfasis a lo que quiera, hay quienes miran cine pensando en el artista y no en el arte y viceversa. De todos modos, ambas conviven bajo la dependencia de que no existe una sin la otra. 

Bajo mí entendimiento, el cine, al igual que las demás artes, no debería ser interpretable a través de sus artistas sino de la obra del mismo. Paradojalmente una obra es el fiel reflejo de la subjetividad inconciente de ese artista. Pero sobre esa subjetividad intento dar mí análisis más objetivo. Más aún cuando yo también me encuentro en las antípodas ideológicas de Cohn y Duprat. 

Su obra es extensa, son realizadores de proyectos, emprendedores audiovisuales, dudo si grandes artistas. Acertados creadores de contenido popular a pesar de su anti populismo. Tal es el caso de sus últimas dos series: "Nada" y "El Encargado". 

Para poder dar una visión objetiva de ambos directores voy a tomar tres obras que parecen una más o menos completa síntesis de los modos ejecución de los directores: El vecino de al lado (2009), El Artista (2009) y El ciudadano Ilustre (2016). Mí elección no es arbitraria, guarda entre sí un hilo conductor sobre el cual los autores también se apoyan: el arte. 

El arte como concepto es abordado extensamente en su filmografía, encontramos pintores, escritores, cineastas, diseñadores, entre otros. 

Ahora la cuestión está en delimitar qué visión comparten estás tres películas entre sí acerca de otras tres cuestiones: el arte, el artista y la obra. 

Aclaremos lo siguiente: arte y obra se diferencian en sentido pragmático, la obra es la producción en bruto del artista, mientras que el arte es la concepción que se tiene acerca de esa producción general que es la obra. 

En los tres ejemplos los artistas son: Mantovani el escritor, Spregelbourd el diseñador y Pangaro (no tiene nombre en la película) el pintor que no es. 

La cuestión ahora es poder identificar qué obra realiza cada uno de estos artistas, tenemos un escritor cuya obra es la narración despreciando a su pueblo natal al cual debe volver luego de ser condecorado; un diseñador snob frustrado por su esposa y un vecino completamente opuesto que arruinan su proceso creativo; un pintor que no es, un enfermero que plagia la obra de su paciente aprovechándose económicamente. 

Las tres obras de estos autores arruinan sus vidas a modo tal que los acerca a la muerte en todos los casos (en este punto recomiendo ver las películas, sería imposible explicar cada acercamiento de los personajes a la fatalidad). Es decir, una obra es algo que trae, para estos arrogantes artistas la desidia, el caos, la muerte, entre otras connotaciones negativas. 

Como hipótesis, podríamos decir que un artista es, hasta ahora, un plagiador, un desconsiderado y un arrogante; cuya traducción está reflejada en una obra a partir del resentimiento (escritor), el robo (pintor) y la arrogancia extrema (diseñador).

Interesante y pobre noción de Cohn y Duprat acerca del arte, su propia profesión, empero, a todos a veces no nos gusta nuestro trabajo. Que problemón. 

Este mismo desprecio hacia la noción de arte, artista y obra podría adjudicarse a los autores a la hora de realizar su propia filmografía. Ya no hablo del contenido simbólico, de las significaciones y caracterizaciones que estos hacen a la hora de crear sus historias y personajes, sino a la ejecución como directores. 

Si uno ve su obra completa desde El artista (2009) hasta Competencia Oficial (2021), puede notarlo. Se sostienen modos de ejecución bastante particulares, con un aparente desprecio o dejadez por las posiciones de cámara o los encuadres. 

Además de la cuestión ideológica, que cómo dije me parece poco pertinente en cuanto a la crítica que podría hacerse a estos directores, hay claros errores a la hora de filmar. 

Elegí dejar por fuera uno de sus proyectos peor llevados a cabo, "4x4" donde la crítica se la llevaron los estigmas al personaje de Peter Lanzani como un ladrón y la idea de la "justicia por mano propia", pero en dicha película hay errores de encuadre por doquier, tanto así que transcurriendo su hora y media en un auto, a veces no se entiende donde está ubicado el personaje principal. 

Lo mismo sucede en "El vecino de al lado", la utilización de Le Corbusier como locación para grabar termina siendo un capricho pretencioso, las posiciones de cámara solo permiten ubicar la ventana que propicia el argumento de la película, mientras que el resto del hogar se sostiene como una incógnita que no es tal. Sin mencionar la resolución final con los ladrones matando al vecino, demostrando una vez más como se agotan los recursos a causa de la frialdad en los planos y el poco movimiento de cámara. 

Hay una intención allí de planos que generen cierto misterio, encuadres a objetos fijos con planos que superan los treinta segundos de forma estática, sin embargo falla en esa ejecución. Lejos de generar misterio agota al espectador, lo insta a dejar de ver, no por incomodidad sino por tedio. 

Esta cuestión solo se corrige en "El Ciudadano Ilustre" de 2016, con un poco más de experiencia encima para los directores. Allí sí hay dinamismo, es una película frenética. No por frenética una película es buena, pero va acorde al ritmo que la trama propone, entonces eso la hace verosímil a su propia historia. 

En "El Artista" sucede lo mismo que en el primer ejemplo, sin embargo, hay cierto verosímil en el hecho de que los personajes son sujetos que padecen de su salud mental, allí las detenciones, las extensiones y la sensación de vacío encuentra un lugar más o menos pertinente a la historia que se elige contar. Sin embargo, también falla a la hora de dar un arco argumental lo suficientemente interesante para generar el interés de ver la película completa. Hubiese sido un pintoresco falso documental del Borda. 

Mí deducción final acerca de Cohn y Duprat es que ambos cuentan con mentes creativas, son originales, tienen un estilo particular a pesar de la falta de criterio para comunicarlo. Sus errores más notorios están en la falta de lenguaje cinematográfico que acompañe a los personajes, los cuales están en su mayoría bien caracterizados y escritos. 

En sus últimos proyectos (series) se los nota más preocupados por el encuadre y la puesta en escena, quizás con nuevos directores de fotografía que dan color y vida a esos planos tan vacíos de lenguaje. 

Les adjudico a ambos la misma pretención frustrada que otorgan a sus personajes. 

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