XVIII (Dieciocho)
Juicios y Kagones
Ella conocía a cada tipo
hizo saltar al abogado
que, un tanto cagado
empezó a ahogarse en hipo;
cerdos de gala con lipo
besan encelados el suelo
debajo del celeste color cielo,
ella los tenía ya fichados.
Robó, no más que corazones
y risas, incluso de los encorvados
que ahora un tanto varados
defienden teoremas y traiciones.
A puro fútbol y gambeta
esquivan intactos las causas,
cada siempre toman largas pausas
pues hasta para el ladrón hay treta.
Ella ya los había visto,
y como al ruin le sigue la mosca,
sentenció su fin de imprevisto.
Pero de este lado del charco
¡El que no corre vuela!
y con este jurídico marco,
gana quien tenga menor cautela.
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